Lasaña del pasado. historieta: evocadora nostalgia
Imprimir recetaINGREDIENTES
- 600 grs de sobras maravillosas de un pavo navideño o similar.
- 4 puerros enormes o 6 grandes
- 1 litro de bechamel.
- 6 láminas de lasaña precocida marca Barilla. (Son más grandes)
- aceite de oliva virgen y sal
Nada más apropiado para este post con historieta sobre la evocadora nostalgia, que una deliciosa receta elaborada con los restos de un nostálgico pavo, cocinado esta pasada navidad.
Ésta es una lasaña blanca que, al igual que la pizza «bianca», no lleva salsa de tomate. La salsa de tomate es deliciosa, sobre todo cuando se hace con tiempo y buenos tomates, pero no todas las recetas italianas, o «alitalianadas» tienen que llevarla a la fuerza.
Los restos de ese pavo navideño, por cierto delicioso y más que recomendable para fiestas familiares multitudinarias, la encontraréis picando AQUÍ
Para hacer esta lasaña nostálgica, lo que de verdad se necesitan son restos de algo exquisito, cocinado con muchos aditamentos, condimentos, vinos y complementos, y que tenga ya tantos sabores deliciosos que sea un pecado enmascararlos con una salsa de tomate, o similar.
El único truco es mezclar todos los restos bien picados y sus salsas. con una ingente cantidad de puerro bien sofrito y mejor escurrido para que deje la mezcla muy jugosita.
Aproximado proceder
1. Se pican, (mejor a mano), los restos nostálgicos del plato cocinado en el pasado. Yo en este caso, le retiré los orejones para que no quedase demasiado dulce.
2. Se rehogan los puerros, (ya os dije que tienen que ser en cantidad generosa), y una vez rehogados, se añaden los restos del pavo, o similar.
3. Una vez doraditos se añaden los restos de salsa, se da unas vueltas en la sartén para que se mezclen bien los sabores y se retira del fuego.
4. Mientras, aunque el fabricante no lo indique, se sumergen en agua del grifo caliente y durante unos 10 minutos, las 6 placas de pasta para lasaña. Yo uso para este menester la misma fuente que luego irá al horno.
5. Se hace una bechamel a vuestro estilo, cada uno al suyo, incluido el estilo brik, que suena a baile, pero ya sabéis que no lo es. Ésta que he usado aquí es la receta de bechamel para coberturas hecha en la Thermomix, con el único truco que yo añado a todas mis bechameles: un chorrito de jerez seco 5 minutos antes de retirarlas del fuego.
6. Se escurren las placas de lasaña sobre papel absorbente, y en fuente de horno untada con aceite colocáis dos placas de lasaña.
7. Encima, una dosis generosa de relleno, cuidando bien de que las esquinas queden rellenas al mismo nivel que el centro para evitar molestos derrumbamientos posteriores. Sobre la primera capa de carne, importante, una dosis de bechamel.
8. Segunda capa de pasta, sobre ella segunda y última de carne, e importante, otra vez bechamel.
9. Tapamos con la tercera capa de pasta y cubrimos con la bechamel restante.
10. Se añade queso al gusto.
11. Y 20 minutos antes de comer, se introduce en horno a 180º vigilando por si se quema .
Y como os digo siempre…¡Ya me contaréis!
HISTORIETA: EVOCADORA NOSTALGIA
No sé que me pasa pero últimamente, como si de agua se tratase, el tiempo se me escapa y se me cuela entre los dedos de las manos.
Si a eso sumamos la terrible pereza, que no sé por qué, esta temporada me da sentarme a escribir, podre explicarme a mí misma la razón por la que hace más de dos semanas que tengo una historieta soñada, evocada, ¡y casi olvidada!, desde que hace más de quince días fui al cine a ver la ultima película de Woody Allen, «Midnight in Paris».
Queden dicho de antemano dos cosas: una, que a mi me encanta Woody Allen. Y otra, que una de por sí, ya es de natural poco crítica. Tan poco, que como veis, ni crítica de restaurantes, ni de nada del gremio se me ocurre hacer por aquí.
Si algo me gusta, o creo que es bueno, lo comparto sin más, y si no, procuro olvidarlo enseguida para que todas las malas impresiones o recuerdos desaparezcan lo más pronto posible de mi disco duro.
Así que espero entendáis que no me dedicaré ni a valorar, ni a comparar esta película, ni con la anterior, ni con la «icónica» Match point, ni con la maravillosa «Rosa púrpura del Cairo», ni con ninguna otra. Ni con nada.
A mí me parece que alguien que después de 46 películas y que con 75 años sigue siendo capaz de emocionarme, de hacerme pensar, reír y evocar, se merece y me produce tal admiración, que no soy yo quien para enmendarle la plana, o mejor dicho, el plano, que de cine precisamente estábamos hablando.
Y como la cosa va de evocaciones, ensoñaciones y nostalgias, diré que a mi de repente y sin casi saber por qué, la última película de mi Woody me devolvió un trozo del pasado fantástico que tenía, como Karina, en el baúl de los recuerdos, y situado, además, en un puesto de los 40 principales momentos nostálgicos de mi vida, que tampoco era el adecuado.
Fue al ver en la pantalla ese París idealizado, pero vivo, real y maravilloso, cuando los cables de mi cerebro, (cerebro que yo por cierto siempre he imaginado como aquellas estopas grises y llenas de hilos de colores de los talleres de coches de la televisiva serie «Cuéntame»), entraron en cortocircuito. Tanto, que hasta pensé que yo podía ser (casi) uno de aquellos personajes. Y me di cuenta de varias cosas:
Que todos, al menos una vez en la vida, deberíamos haber caminado en París bajo la lluvia, o contra el viento, o bajo un sol de justicia. Cosa, esta última, que a veces incluso sucede.
Que todos, al menos una vez en la vida, deberíamos haber besado a alguien en el parisino puente de los enamorados.
Que todos, al menos una vez en la vida, y como en la película de Allen, deberíamos haber visitado Versalles en un momento romántico, o medio-romántico (como creo recordar que fue mi caso) y que también, medio-vale.
Y que lo de verdad importante, es que cada uno, en los momentos que considere terapéuticamente recomendables, pueda evocar de una forma personal y diferente ese París particular que todos deberíamos llevar dentro. París este, que, precisamente por personal y particular, podría ser cualquier ciudad de cualquier mundo y no sólo la capital de Francia.
Y no es que yo crea que cualquier tiempo pasado fue mejor, que lo será, ¡o no!, sobre todo dependiendo del momento presente y del previsible y cercano futuro de cada uno.
Y no es que a mi, como a los protagonistas de la peli, me hubiera gustado vivir en alguna otra época histórica, que ya puestos y si tuviera que escoger una, yo también me quedaría con los locos años 20. Aunque bien pensado y con lo poco que me gusta sufrir, (sobre todo si es sin necesidad), no querría yo imaginarme el mundo, (mejor dicho, mi afortunado mundo), sin anestesias, sin endodoncias y hasta sin penicilinas… ¡Y con una guerra mundial y otra nacional, aún por venir!
Y no es que yo viva recordando permanentemente el pasado, pero cuando se produce una evocadora emoción que me traslada a un buen y feliz momento de ese tiempo, respiro hondo, cierro los ojos, sonrío, y me siento ¡¡nostalgicamente feliz!!
A mi, la nostalgia, en contra de su propia definición, no me duele. No es para mi un regreso sufriente sino un regreso amable, gratificante y hasta ¡divertido!. (A ver si al final resulta que esto de la nostalgia feliz es un invento mío y además un error de concepto)
A mi, la nostalgia me trae instantes, retazos, momentos, personas, evocaciones, ¡vida! que al revivirse en mi recuerdo y aún sin pretender ni desear que cobre de nuevo realidad, me vuelve a hacer sonreír, con paz, en calma, con la tranquilidad y el sosiego que sólo el paso y el peso del pasado otorgan. (Que algo bueno tenía que tener el paso del jodido tiempo)
Quizá el truco no esté más que en evitar que lo malo pueda almacenarse en la memoria el tiempo necesario para ser recordado, evocado y ascendido a categoría de: «elemento perturbador susceptible de ser nostalgiado».
Fue ver esta parisina cinta y un aluvión de fantásticos recuerdos que no sé por qué estaban tan arrinconados, se desplegaron como uno de esos librillos (desdoblables), que de niña, y de no tanto, tanto me maravillaron y me maravillan aún.
¡Qué año! ¡Qué visitas a París desde Londres, que era donde yo estaba estudiando! ¡Qué inviernos!, ¡Qué primaveras! ¡Que risas con amigas del alma que vivían allí, o llegaban desde Madrid!. Y también, ¡qué momentos románticos!
Algunos momentos y personas no quedaron más que en eso, en recuerdos agradables en el fondo de una descerebrada y cada vez más añosa cabeza, probablemente porque no les tocaba haber sido nada más. ¡ Ni nada menos!
Pero ahora que me pongo a evocar feliz y nostálgicamente, ¿qué habrá sido de aquellas mejicanas con las que mi amiga Marta compartía aquel divertido y «très chic» apartamento en el barrio Latino?. ¿Qué habrá sido de Maximilian?, (Romani para los amigos), con el que me cociné una pota de spaguetti que cabía yo dentro, acompañada de la primera ensalada francesa, embolsada y limpia que vi en mi vida?.
A unos aún los veo mucho, porque siguen siendo amigos del alma. A otros, como a Marcos, los veo menos, pero de vez en cuando me los tropiezo en la playa, (y no sé si a él le pasará lo mismo), pero nuestro encuentro anual me produce una estupenda alegría nostálgica. De otros, incluido el «partenaire parisino del romántico momento», algo sé, que para eso facebook ayuda mucho, pero la verdad que a todos me daría alegría verlos de nuevo y saber de sus vidas, porque allí, en París y con ellos, fui feliz, porque con ellos compartí esa felicidad, y porque simplemente, de todos y de todo guardo un fantástico y nostálgico recuerdo.
Tengo un buen amigo que tiene la particular teoría del: » no vuelvas a donde fuiste muy feliz» Quizá tenga razón, no lo sé. Yo, por si acaso, siempre tengo a mano mis cajones de fotos, de aquellas fotos en color y todavía en papel, ordenadas en sobres cronológicamente atesorados.
No tengo más que abrir una de esas cajas de Pandora, y, automáticamente, me autotransportan como la mejor máquina del tiempo de aquel, «perdidos en el espacio», de mi televisiva infancia, al lugar a donde fui feliz. Y ello sin los riesgos del presente, contra los que tanto me previene mi teorizante y práctico amigo.
Y no sé si será cosa de la edad, pero a mi estas evocadoras y positivas nostalgias siempre me han sentado bien. Me da la impresión de que son vida, mi vida. Vida exprimida, compartida, vida disfrutada. Vida vivida, que tengo que vivir y revivir, evocar y «revocar», ¡y vivir para contarla!
Y «Siempre nos quedará París».
Y como en Casablanca, pero en la película de nuestras propias vidas, siempre nos quedará evocar esos nostálgicos tesoros conformados por todos esos momentos que marcan nuestro camino, y que no son, si no la memoria de nuestras almas. El alma, ésa otra caja donde guardamos las fotos de verdad: las fotos de la vida.
Nota:
Hoy, con tanta evocación feliz y pasada, pero con tan poco mirar al presente, me ha sorprendido otro 14 de Julio, día, por cierto, de la Patria Francesa y de la mía personal y propia…. vamos, que es mi cumpleaños.
Así que desde aquí, mi casa virtual y también la vuestra, aprovecho para daros las gracias por todas las fantásticas y abundantes felicitaciones recibidas en Facebook en este segundo cumpleaños personal como bloggera y redera social.
Os dejo aquí mi historieta cumpleañera del año pasado…más que nada porque me parece, ¡nostálgico!
14 comentarios
Hola Carmen, no ser si antes te había dejado ningún comentario pero chica, me parece un post extraordinario, y cuanta razón tienes, a mi también me pasa todo esto con es pasado. No crees que cuanto más años pasan más sufrimos por las cosas y la memoria siempre nos hace una mala pasada y siempre acabamos en esos años de desenfreno total, si problemas, sin preocupaciones, sin responsabilidades, entre comitas? Nada, yo también tengo París entre mis recuerdos y me parece que tengo que ver esta película. Muchas gracias por compartir con nosotros todos esos recuerdos.
Un fuerte abrazo!
Como siempre, una historieta bien contada que da gusto leer. Que seas muy feliz y cumplas muchos más para poder seguir rememorando todo lo que te queda por vivir. Un beso.
He llegado gracias a la lista de webs y blogs que hace este verano la revista de R y cuánto me alegro de haber leído este post o entrada que me ha encantado, ¡y eso que yo no he estado nunca en París! Ese es mi recuerdo, un poco triste, lo que pudo haber sido y no fue o, quizás, lo mejor está por llegar… Quién sabe. Y yo también soy incondicional de Woody Allen y me quedé sin ver la última porque no nos pilló en buen día ninguno de los que pudimos ir. Pero la veré.
En cualquier caso, muchas felicidades con un pelín de retraso (aunque los cumpleaños deberían celebrarse durante un mes por lo menos) y enhorabuena por el blog, del que me hago seguidora ahora mismo.
Ah, soy una gran amante de la lasaña y también tomo pavo por Navidad…
Perdonad que no os haya contestado antes!!
Gemma, esa es una de las ventajas y encantos emocionantes que yo le veo al invento este: Ir encontrando por la red almas gemelas con quien compartir Parises y lo que se tercie
Otro abrazo para ti, y gracias por comentar
Edurne, pues mil gracias por tus deseos, ¡y que tu veas como se cumplen! mientras rememoramos hasta con antelación, todo lo que nos queda por vivir
Fauve, la petite sauvage:
Me encanta que te encante Woody, la lasaña, el pavo en navidad, y sobre todo mi blog, la verdad!!
Ya lo he dicho por aquí arriba, esto es lo mejor de este invento: encontrar a personas que te gustan, con las que encajas y con las que intuyes, (porque parte de esta diversión es imaginar), que tienes más cosas que decirte y que compartir, que con otras que están fisicamente mucho más cerca de ti.
A ver si mañana cuelgo la receta de la lasaña, y la del pavo navideño también, que creo recordar, también llevaba historieta…
Bienvenida a tu casa, y espero verte más por aquí!!
Carmen, yo nunca he estado en París pero leyéndote parecía que estaba presente en tus recuerdos.
Es bueno, a veces, dejarse llevar por el pasado, nos transporta y aleja de una realidad no muy feliz, o de un mal día, o simplemente la nostalgia nos lleva a un momento de relajo o felicidad.
Yo cada vez siento y vivo mas recuerdos del pasado… será la edad, pero creo que siempre nos enriquecen.
La lasaña estupenda, yo hago mas pasta sin, que con tomate, en casa nos gusta mas, como tu dices «blanca».
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Chary, muchas gracias por comentar…Me alegro de que mi historieta te «teletransporte» a donde quiera que sea…pero que sea agradable!!
Yo creo que lo de la edad, además de dar veteranía, (que siempre será un grado), da más capacidad de «nostalgiar» lo pasado…
Un beso!!
hola carmen, quiero decirtre que esta lasan se ve muy deliciosa, me encanta cualquier tipo de pasta, creo que soy adicto a ellas, y me parece que esta es una idea genial, realmente me inspiras mucho, muchas gracias..
Hola Carmen! Excelente entrada!! Mis felicitaciones!! Por suerte tuve la suerte de conocer paris y coincido 100% con vos al respetco! Saludos
Generic Cialis, Cristian, por casualidad, y dos meses más tarde, acabo de ver vuestros comentarios!!
No se si veréis ahora la contestación, pero en cualquier caso, perdón por el despiste.
Generic, yo soy pastaadicta!! seguida de arrozadicta y patataadicta…así que te entiendo perfectamente!!
Cristian, ese es el chiste de este invento…ir encontrando por la red almas gemelas!!
Un beso con retraso para los dos!!
Jajajajajajajajaja!!!!!!!! desde luego…algo gemelos seguimos siendo.
La » gemelidad » de las almas es eterna. ….. No se como no te habías dado cuenta!!!!
[…] Yo, que debo ser familia de la mula Francis, y que puestos a terquear puedo hacerlo hasta en contra del propio diccionario de la RAE, sostengo que la nostalgia no tiene porque ser triste. Sólo evocadora. (Para entender mi teoría sobre la evocadora nostalgia, Picad aquí) […]
[…] y como Sinatra, nostálgica a lo “My Way”, (para entender esta astracanada mía picar AQUÍ), pues me vi sorprendida de repente por unas ganas locas de subir y compartir esta receta, como […]